Hacer, mejorar e innovar

El cerebro es inteligente y ahorrador, quiere gastar menos energía para lograr algo, siempre buscará analizar y actuar con eficacia, practicar rutinas a través de nuevas estrategias, aprender y con el tiempo, crear hábitos que hacemos sin pensar.

Lo mismo sucede en una empresa.

Imagina que estás en la selva y necesitas agua, la escuchas a lo lejos. Con un cuchillo, empiezas a cortar primero las ramas más pequeñas y luego las grandes (esto es una estrategia). Con el tiempo, tu habilidad para cortar se vuelve natural, hacer algo por primera vez implica una curva de aprendizaje, mucho esfuerzo y dedicación, lo importante es hacer, a veces con éxito y a veces no, pero siempre aprendiendo.

El camino a la cascada termina después de tanto trabajo, lo único que queda por hacer es mejorarlo, para esto hay que cuestionar todo lo que se ha hecho. Es la época de los avances y logros, cada día los beneficios son menos perceptibles hasta que nos instalamos en una rutina y en nuestro orgullo.

En algún momento, alguien cuestionará el camino que siempre has tomado, obligándote a defender lo que llevas años haciendo y mejorando, pero tu cerebro te asegura que no hay forma de INNOVAR y todo tu ser te dirá que no muevas nada hasta que anules cualquier posibilidad.

Luego viene el tonto, el soñador y el estúpido que lo intenta. Lo criticas y lo desanimas porque NO ENTIENDES sus ideas, hasta que un día, el agua llega a tu casa a través de una cañería de bambú que se alimenta desde lo alto de la cascada.

Tu camino ahora es obsoleto porque alguien pensó: no qué debería estar haciendo en tu trabajo ni cómo hacerlo mejor; inventó una nueva forma DIFERENTE e hizo algo que nadie había hecho nunca, comprometiéndose con su idea.

¡Hazlo, mejóralo e innova!

Todo es complejo y requiere mucho trabajo, pero lo más difícil y quizás lo más necesario siempre es intentar innovar porque ocurre al mismo tiempo en que todo avanza.

Necesitas más recursos, tiempo y trabajo; pero si no lo haces tú, alguien lo hará.